“pelonguini , retrato físico de un pingorotudo”

Si de mi nombre ya tienen las raíces. ¿Por qué no empezar a describir mi retrato físico desde los pies?

Me jacto de calzar poco a pesar de que no me crean; dicen las zapaterías que solo tengo cuarenta y uno de pie. No tengo ni la forma egipcia ni mucho menos la romana, pero la forma del griego a mi me va bien. Los que descalzos me vieron, ramificación de venas notaron en tan enjuto pie. Quien lo observa en su extensión, dará con tamaña prominencia de tobillos. Si empezamos a subir, como quien une el pie con la pierna, notará que la tibia tan peluda no es; por lo delgado, si no hubieran pantorrillas, confundirían ambas piernas con patas de alguna banca de juguería. Si tocamos ya las pantorrillas, podríamos subir a las rodillas ¡Tanto distrae aquella estructura, que ningún diseño iguala tamaña arquitectura!

Mis muslos musculosos no son, pero encuentra armonía siempre con próximas anatomías.

Describir un falo con armonía cuesta tanto como hablar en público de una orgía, ia, ia ¡¿Dónde están las tías?!

No tengo caderas, pero de alguna manera culo todos tenemos, unos más otro menos.

Súbete encima y verás como el iliaco te molestará hasta el recato.

Solo envidian esta cintura las chicas que tragan harta fritura.

El ombligo es tan notable que no extraño ningún cordón umbilicable.

Tomo, tomo... un poco de aire y empezamos a contar.,. ¿Ven? ¿Acaso no le soy fiel a todas mis costillas?

De espaladas casi anchas, no tengo pecho; pero si me pongo contrahecho, podrás contar todas mis vertebras de hecho.

Si de algo me puedo jactar es de mi hermoso cuello ¡Qué conexión! ¡Mi rostro! ¡Qué bueno! ¡Por qué no empezar a jugar con aquello!

No tengo cara para hablar de mi cara, porque bonita no es.

¡Demasiado atrayente es el mentón, pero eso no me hace pepón!

¡Soy enjuto de rostro, dejaré a la sonrisa describa a los labios de este monstruo!

A pesar de ser el risueño erótico, no tengo dentadura para ser el risueño histórico.

Tocante a la nariz, tamañas fosas nasales solo las encontrarás en un zambo de parís.

Mis ojos describen nobleza, pero mis cejas, a veces, mefistofélica aspereza.

Mis pestañas son tan largas que las confunden con patas de arañas.

Mis grandes orejas llevan mi segundo apellido, por eso soy alérgico a los aullidos.

No tengo los ojos grandes, muchas veces me gritaron ¡chino! y eso por las calles...

Mis ojeras expresan la profundidad de mis flojeras.

Lo eterno dicen que es el cabello, cortármelo usando terno, no me hace más caballero.

Ahora que ya me cansé de trabar la lengua, no piensen que olvidé las manos y los brazos, que las sinceras despedidas siempre se dan, no con besos y si con manos y brazos. De mis manos solo puedo decir que son poco masculinas por parecer un poco finas. Dice una pintora, que los seres de largos brazos tiene henchido el corazón, no sé si grande lo tenga yo, pero, que los brazos los tengo tan largos como las piernas, eso hasta en los sueños; Por eso hoy me despido modestamente con un largo y afectuoso abrazo hasta el resuello.





Pelonguini

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