Un matrimonio feliz
Sofía: ¿Y tú?, Pelonguini, ¿no piensas casarte algún día? Pelonguini: Sí, y desearía que sean muchas veces. Cecilia: ¡Ay, Guini! Tú siempre... cuando no... con tu poligamia. Pelonguini: Cuando digo muchas veces me refiero que sería muy afortunado si me llego a casar varias veces con la misma mujer. Cecilia: ¡Ay, qué lindo! Siempre tienes tu lado romántico. Sofia: Entonces, ¿estarías dispuesto a dejar la poligamia por la mono? Pelonguini: Miren chicas, se las pongo así, para mi el matrimonio perfecto es ese que se da a manera de cuarteto y remunerado en alguna de sus partes. Cecilia: ¡¿Cómo?! Pelonguini: Un hombre no necesitaría más que de tres mujeres en un solo matrimonio para ser feliz. Cecilia: ¿Cuatro personas en un altar?, ¿de qué hablas? Sofia: Déjalo hablar, Ceci. Pelonguini: La primera mujer, por ende, la más indispensable, necesita cumplir una serie de aptitudes que tienen que ver más con el deber y amor que deja en él; aquella mujer tiene que